Templo de Abu Simbel
Si vamos de vacaciones a Egipto, es muy recomendable ir a visitar el templo de Abu Simbel, situado a unos 300 Km al sur de la ciudad de Asuán, ya que, aunque vamos a ver un gran número de templos a lo largo del viaje, quizá sea el templo de Abu Simbel el más impresionante de todos ellos, principalmente por su situación geográfica y su belleza, pero sobre todo nos causará más impresión conociendo previamente su historia.
Breve historia del templo de Abu Simbel
Abu Simbel significa en egipcio «La Montaña Pura». Se trata realmente de dos templo (mayor y menor) que fueron excavados en la roca de una montaña en el 1.264 a. de C., tardándose unos 20 años en su construcción, bajo el reinado de Ramsés II, y fue uno de los 6 templos que se edificaron en la región de Nubia durante su época, construidos o excavados con el fin de impresionar a los visitantes o posibles invasores que vinieran del sur y aumentar la influencia de la religión egipcia en la zona.
Su construcción
Abu Simbel no se construyó realmente como la mayoría de los templos de Egipto, sino que fue tallado directamente sobre la roca de una montaña a los pies del río Nilo, por lo que las fachadas forman parte de la propia montaña, y dentro de ella se ha tallado cada uno de los dos templos.
El templo mayor (izquierda) se construyó en honor al propio Ramsés II, y muestra 4 estatuas colosales suyas en la fachada, acompañadas de estatuas mucho más pequeñas de miembros de la familia real.
El templo menor (derecha) se construyó para su esposa Nefertari, diosa del amor y la belleza. Su fachada se encuentra decorada con estatuas colosales que representan a Ramsés II y a Nefertari.
Una auténtica obra de ingeniería
Prueba de la ciencia astronómica y de la habilidad de los arquitectos de la época, es la disposición del gran templo, que permitía un impresionante efecto en la puesta de sol. 2 veces al año, una en febrero y otra en octubre, los rayos del sol penetran en la estrecha galería a través de pilares gigantes, hasta el santuario interior, habitualmente sumido en las tinieblas, iluminando las estatuas talladas en la roca de 3 dioses: Amón-Ra, Ramsés II y Ra-Horajti. Solamente la estatua de Ptah, Dios de las potencias subterráneas, permanece en la oscuridad. También se afirma que estos 2 días coinciden con el nacimiento y el coronamiento de Ramsés II.
Redescubrimiento del templo
Con el tiempo, y el paso de las religiones tras varias guerras e invasiones, y habiendo quedado prácticamente en el olvido, los templos quedaron casi enterrados. No fue hasta 1.813, tras la visita del explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt, cuando se despertó de nuevo el interés por el templo. En 1.817, el explorador italiano Giovanni Belzoni, logró excavar una entrada hasta la entrada del templo y saqueó todas las riquezas que se pudieran encontrar.
Su traslado
Con motivo de la construcción de la presa de Asuán, el cual ocultaría bajo las aguas los monumentos de Nubia, el mundo entero se conmueve ante tal posibilidad. La República Árabe Unida pide ayuda a la UNESCO que lanza una campaña internacional para salvar esta herencia del pasado. Más de 50 países aceptan compartir los costes de la operación, y entonces comienza una carrera contra la subida de las aguas.
El plan fue construir un dique provisional en el río durante los trabajos para proteger los templos de las crecidas del río. Sobre la fachada, una capa de arena cubrirá las estatuas de Ramsés para protegerlas de las caídas de las piedras, y en su interior se fijarán los techos con viguetas de acero.
A continuación se retiró la roca que rodeaba al templo, excepto una coraza de 80 cm, y los escombros sirvieron para reforzar aún más el dique y protegerlo del agua. Los templos se cortaron manualmente en bloques de entre 30 y 80 toneladas con finas hojas de sierra, ya que la roca es tan frágil que sólo el contacto con el agua la reduciría a polvo.
Después, estos bloques fueron trasladados y puestos a salvo en una zona más elevada. Más tarde, los templos se reconstruyeron en un nuevo emplazamiento 60 m. más arriba. En total se cortó el templo en 1.047 bloques y cada uno fue numerado para después poder recomponerlo en la nueva ubicación.
La visita al templo de Abu Simbel es una de las más peculiares de todo el viaje, ya que se encuentra en una zona prácticamente aislada y realizaremos un desplazamiento de 300 Km exclusivamente para verlo, pero merece la pena el sacrificio. Opcionalmente, acordándolo con la agencia de viajes, podemos llegar en autobús, avión o barco, siendo la primera opción las más habitual y económica.
Frío y sueño
Tanto si vamos en avión como en autobús, será necesario levantarse muy temprano, ya que se tarda unas 4 horas por tierra.
Además, y por motivos de seguridad, es costumbre por parte del gobierno Egipcio que todos los autobuses circulen a la misma hora, ya que irán escoltados durante todo el trayecto para evitar posibles saqueos o atentados, pero no hay de qué preocuparse. Nos levantaremos sobre las 3 de la mañana para coger el autobús que nos llevará a Abu simbel y estar allí a las 8 de la mañana. Destacar que en el desierto por la noche hace bastate frío, y conviene llevar un abrigo para la ida.
A primera hora del día, con los primeros rayos del sol iluminando la fachada del templo, la vista es espectacular, y desde el borde del acantilado, donde hay ubicado un gran mirador, podremos deleitarnos con los tonos dorados que muestra el templo, y quedar impresionados por su enorme magnitud. A nuestra izquierda tendremos el templo mayor de Ramsés II, y a nuestra derecha el templo menor, de Nefertari.